Hemos probado la versión más deportiva del scooter por excelencia, la Vespa GTS Super Sport, una moto que sorprende por su dinamismo y porte ciudadano y sus desplazamientos interurbanos.
Una moto con la tradición a sus espaldas de la Vespa de Piaggio, un modelo con más de 50 años de rotundo y continuado éxito en el mercado, no tiene fácil enfrentarse a evoluciones modernas de su concepto, pero los ingenieros italianos lo tienen algo más fácil teniendo en cuenta el hecho de que la Vespa clásica sigue a la venta con apenas modificaciones sobre el concepto original. Un verdadero canto a la nostalgia.
Es por ello que a la hora de crear su versión más deportiva y dotarla del dinamismo necesario para llevar el nombre Vespa en su frontal, no han tenido reparos en utilizar uno de los mejores motores del grupo Piaggio. Así, el encargado de dar vida a la GTS 300 Super Sport es un bloque de cilindrada media que cumplirá con las expectativas del conductor más exigente. Acompañado de una impactante y clásica silueta marca de la casa, pintada en unas deportivas pinturas mate gris o negra y adornada con algunos detalles nostálgicos como su asiento de cuero con ribetes y formas como los del primer modelo GT, la verdad es que en parado esta moto tiene un enorme atractivo y todo el carácter necesario.
Respecto a la Vespa 300 Super los nuevos elementos estéticos y la mejora dinámica de la clásica suspensión monobrazo con bieleta oscilante (que por cierto lleva un atractivo muelle pintado en rojo racing que le da un toque muy agresivo) suponen un incremento de 250 € en el precio final, pero la distinción que se consigue los justifica de lejos. Ergonómicamente tiene una postura natural que resulta cómoda y la convierte en un scooter muy confortable gracias al buen filtrado de las suspensiones, que combinan a la perfección esta característica con su faceta deportiva para aguantar los envites de la mecánica.
Refinada y con carácter
El bloque motor que anima a esta Vespa 300 GTS tiene un funcionamiento suave y refinado, siendo toda una referencia en lo que a sonoridad y vibraciones se refiere, con un tacto casi eléctrico así como unas prestaciones y consumos de lo mejor de la categoría. Su pegada en la salida desde parado es impresionante y mejor que muchos modelos de mayor cilindrada, al nivel de la Yamaha T-Max, empujando de forma contundente desde el primer golpe de gas y dejando clavadas a modelos deportivas de marchas en cualquier semáforo sin despeinarse. La aceleración a medio régimen continua siendo pletórica, y a pesar de su silencio de rodadura la capacidad de ganar velocidad es abrumadora.
A esto hay que añadir un consumo contenido, en torno a los 4 l/100 km, que unido a un depósito de 9 litros de capacidad nos da una autonomía que supera fácilmente los 200km. Obviamente una vez que abandonamos las calles más ciudadanas y nos aventuramos al extrarradio la cosa deja de ser tan satisfactoria, fundamentalmente porque la velocidad máxima de 128Km/h resulta algo escasa para lo que se espera del estupendo carácter del motor y porque las pequeñas ruedas de 12 pulgadas le dotan de un comportamiento algo nervioso a partir de los 120, aunque dado que la protección aerodinámica de la Vespa GTS es reducida, la moto no invita a estas lides.
A pesar de ello el modelo más deportivo de Vespa no pierde en ningún momento el tipo y sus frenos son contundentes y dosificables, pero la evidencia nos dice que es en la vorágine ciudadana donde la GTS 300 se encuentra en su salsa, con una movilidad sin barreras, bailando ágilmente entre los coches y girando entre los huecos más angostos gracias a sus acertadas geometrías y al pequeño diámetro de las ruedas. Apoyándonos en el útil gancho portabolsas, el hueco bajo el asiento y la pequeña guantera frontal, la versatilidad para hacer todo tipo de gestiones a sus mandos está asegurada, aunque el hueco bajo el asiento no es suficientemente grande para alojar casi ningún casco excepto los pequeños jet sin visera.
Por buscar alguna pega más para una moto tan llamativa como es la Vespa GTS 300 Super Sport, que además tiene un aceptable precio de 4.500 €, su sistema de muelle para la pata de cabra resulta un mecanismo que resulta muy inseguro y nos puede dejar con nuestra joya en el suelo en cuanto nos despistemos. Un sistema con corte de encendido se hace totalmente necesario. Por lo demás la sensación al devolverla en el concesionario Piaggio es la de una tremenda tristeza por abandonar uno de los mejores vehículos ciudadanos que he probado últimamente.
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