Cuando en los 80’ tuve conciencia real de que la motocicleta que más me llamaba la atención era la Vespa, había un modelo que me llamaba la atención por encima de todos. Era una motocicleta de reducidas dimensiones, generalmente blanca, con una aire deportivo diferente al de restos de modelos. En los 90’ mi conocimiento de los diferentes modelos de Vespa iba incrementando y fui consciente de que esa “avispa” pequeña que me encantaba era la “Vespa Primavera”. Como es normal ante esta situación, una de mis aspiraciones siempre fue y espero que algún día se cumpla ser el propietario de este mítico modelo de la marca italiana. En alguna ocasión tuve la oportunidad de adquirirla, pero unas veces el precio y otras su restado me impidieron su compra. Ahora, sondeando el mercado de ocasión y de motor clásico, me doy cuenta de que algunos diseños transcienden de su categoría de industrial y se convierten en otra cosa, una especie de obra de arte que pueden usar unos pocos privilegiados, pues no hay ninguna Vespa Primavera que baje de los 3.000 €.

Como diseño singular, habría que destacar su luminaria, pues el piloto trasero está inspirado en otros modelos, recordando por su línea al de las sprint de los 60’; pero es el faro delantero donde esta vespita muestra todo su carácter vintage, pues se ha optado por un piloto rectangular con parecidas dimensiones e idénticas proporciones de la Vespa Primavera de los 70’, elemento que la distingue y la diferencia de las conocidas Vespas de faro circular.
Aun es pronto para saber si este modelo de vespa alcanzará la categoría de “mítica” y se podrá comparar de igual a igual con su antecesora la Vespa Primavera, uno de los mejores diseños industriales de toda la historia.